La vocación por ofrecer al cliente la atención más personalizada, especializada e integral nos ha llevado, desde un primer momento, a atender una fase que, las más de las veces, queda en el olvido, lo que ocasiona un muy importante perjuicio al cliente.
La labor del abogado penalista no puede terminar con la sentencia definitiva que se dicte. En el caso de una sentencia condenatoria, es el Abogado que ha tramitado el procedimiento el que mejor conoce, no sólo todas y cada una de las diferentes vicisitudes que se hayan podido producir en el procedimiento, sino, también y más importante, las circunstancias personales del cliente, lo que le sitúa en un lugar de privilegio a la hora de luchar, en caso de una eventual sentencia condenatoria e ingreso en prisión, por la más rápida obtención de los beneficios penitenciarios que le pudieran corresponder al cliente.
Estar junto al cliente en la fase de ejecución de sentencia podría determinar, en ocasiones, hasta años de diferencia en conseguir un permiso penitenciario y/o la clasificación en tercer grado. No puede un abogado penalista, por tanto, dejar al cliente a su suerte, desentendiéndose del mismo en un momento en el que tan importante resulta su intervención.
Esto lo hemos entendido así desde el inicio de nuestra andadura y así seguimos haciéndolo en beneficio de nuestros clientes.
José María Caballero Salinas